Rio de Janeiro: La Ciudad Maravillosa

0
1142

Llena de encantos mil, hermosa desde todos los ángulos, vibrante como el ritmo de su samba y de su carnaval, Rio de Janeiro, capital del estado del mismo nombre, es la cuarta ciudad más poblada de América del Sur, con más de 6 millones y medio de habitantes. Pero es también sin lugar a dudas la que más turistas atrae, especialmente en el verano del hemisferio sur, entre los meses de diciembre y marzo. Dos son las razones fundamentales para que tantos visitantes quieran disfrutar de la hospitalidad de Rio. La primera son sus playas monumentales, frecuentadas por grandes y chicos, deportistas y atletas, y también por esculturales muchachas luciendo los más atrevidos trajes de baño. La segunda, porque todos los años, justo antes de que inicie el periodo religioso de la cuaresma, el Brasil entero se sumerge en el más frenético carnaval, que en la ciudad de Rio de Janeiro adquiere proporciones gigantescas.


A lo largo de varios días, el sambódromo de la calle Marqués de Sapucaí se convierte en el escenario del desfile de las escuelas de samba mejor calificadas, que compiten año tras año por la gloria de coronarse campeonas de un certamen en el que todas han invertido mucho más que dinero, sangre, sudor y lágrimas. Hay que estar en el asfalto de esa calle para sentir de verdad el alcance inconmensurable que el carnaval registra en el corazón y en el alma de los cariocas. Y es que carioca, como decía el poeta y diplomático Vinicius de Moraes, no es un gentilicio sino un estado de espíritu.


A Rio de Janeiro la sirven dos modernos aeropuertos, uno ubicado prácticamente en el centro de la ciudad y que lleva el nombre del famoso aviador brasileño Santos Dumont, donde operan vuelos regionales y aviones de pequeño y mediano porte, y el aeródromo internacional do Galeão, bautizado con el nombre del compositor inmortal Tom Jobim, uno de los creadores de la Bossa Nova, y quien paradójicamente detestaba viajar en avión. A este aeropuerto llegan vuelos procedentes de las más importantes capitales del mundo y de todas las regiones del Brasil.


Desde el momento mismo de la llegada al aeropuerto, Rio de Janeiro despunta con todo un abanico de incomparables paisajes. Al escenario carioca lo compone una magistral combinación de una rabiosa vegetación tropical, unas rocas de granito de diversos colores y el azul de un mar que parece confundirse con el cielo en un horizonte sin fin. El recorrido del aeropuerto a la zona sur de la ciudad, donde se encuentran sus playas más famosas y sus más confortables hoteles, es ya una atracción en si mismo, con pinceladas soberbias de distintas vertientes arquitectónicas, que van desde las iglesias y edificaciones de la época colonial, incluyendo obras de los siglos 18 y 19, como el Acueducto de Lapa y el Teatro Municipal, del periodo más glorioso de la arquitectura contemporánea brasileña, como el Museo de Arte Moderno y la imponente Catedral, hasta lo más significativo de los últimos años, como el apasionante Museo del Mañana.


En medio de tantas edificaciones queda más que evidente que lo más extraordinario de Rio son aquellas atracciones construidas directamente por la mano de Dios, el despampanante cerro del Corcovado, con la estatua del Cristo Redentor en la cima, dominando toda la ciudad y la bahía de Guanabara, y el cerro del Pan de Azúcar, con las vistas panorámicas desde su moderno funicular. Ninguna visita a Rio de Janeiro está completa sin incluir esas dos atracciones, como tampoco lo sería sin recorrer las amplias avenidas a la orilla del mar en las playas de Flamengo, Botafogo, Copacabana, Ipanema, Leblon, São Conrado y la Barra de Tijuca.


Es en esas playas que los cariocas de todas las edades se dan cita todos los días de la semana, antes, durante y después del horario de trabajo, porque la playa es y será siempre parte fundamental de su estilo de vida, donde se incluye también la costumbre de disfrutar de una cerveza helada y unos pasabocas en los bares al frente del mar y en las calles aledañas. Y ya que hablamos de comidas y bebidas, un viaje a Rio también sería inconcluso si el itinerario no contiene una visita a una churrascaría típica, donde se sirve toda una gama de cortes de carnes por el sistema de rodizio y los comensales pueden disfrutar una enorme variedad de platos por un precio único. El conserje de su hotel podrá recomendarle la más conveniente, de acuerdo con el lugar donde se encuentra ubicado.


Si su visita a Rio incluye una tarde de sábado, mi recomendación muy especial es que no pueden perderse una feijoada completa, un plato inequívocamente brasileño que consiste en mucho más que una sopa de fríjoles negros, enriquecida con una serie de carnes y embutidos de varios tipos, servida con arroz blanco; farofa que es una harina de yuca deliciosamente condimentada, coles refritas en tocineta y tajadas de naranja. Es prudente disfrutar la feijoada una tarde en que no haya nada más en la agenda, porque la siesta va a resultar inevitable. Las comidas caseras brasileñas son muy sabrosas y de fácil digestión, y en cualquier restaurante, por poco pretencioso que parezca, se puede comer muy bien, a buenos precios y con una atención muy profesional.


A nadie escapa que en Rio de Janeiro, como casi en todas las ciudades grandes, ocurren frecuentemente robos y asaltos. Siempre es sabio tomar todas las precauciones posibles, andar en grupos, no salir de las áreas seguras donde hay presencia policial y de agentes de seguridad privada, si se sale de noche, permanecer en las áreas mejor iluminadas y no ostentar con joyas, relojes caros y grandes cantidades de dinero en efectivo. Si se toman estas y otras medidas básicas de seguridad, estoy seguro de que su visita a Rio de Janeiro será tan emocionante e inolvidable como han sido todas las mías.

Buen viaje…

Dejar respuesta