¿Columbia o Colombia?

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Está por demás claro que el maravilloso país que ocupa la esquina noroccidental de América del Sur, que está bañado por el Mar Caribe y el Océano Pacífico, al que cruzan tres cordilleras con picos nevados y volcánicos, al que riegan majestuosos ríos a lo largo y ancho de toda su geografía, es la República de Colombia. Eso lo sabemos nosotros, naturalmente, pero no faltan por estos lados quienes, en medio de su ignorancia, displicencia, o falta de cultura, se refieran a nuestro país con el nombre de Columbia, así con una U intermedia en lugar de la O. El hecho de que, en un pronunciamiento oficial, un funcionario de nivel intermedio haya cometido ese infortunio, desató una campaña que a mí personalmente, me parece un esfuerzo digno de mejor causa.
La manera como algunos llaman ciertos países tiene mucho más que ver con el idioma y las costumbres de los que llaman, que con aquellas de los que son llamados. Por ejemplo: los alemanes se refieren a Colombia como Kolumbien, y nosotros los denominamos a ellos Alemania, cuando ellos mismos se conocen como Deutschland, nada que ver. En inglés, el nombre del gigante suramericano se escribe con Z, Brazil, algo que la mayoría de los brasileños considera un gravísimo error de ortografía. Convencido estoy de que esta usanza, a veces incómoda, casi nunca viene acompañada de una mala intención. Ni siquiera hacia los sirios, palestinos y libaneses que migraron a este lado del mundo a finales del siglo 19 y comienzos del siglo 20, y que por el hecho de que sus tierras estaban entonces bajo el control del imperio otomano, llegaban portando pasaportes turcos y recibiendo en consecuencia esa denominación, que para ellos resultaba inmensamente ingrata.
Lo importante, me parece, es que cuando se mencione el nombre de Colombia, con ó o con ú, se haga para referirse con respeto a un país muy especial. Con defectos y virtudes, como todos, pero empeñado en dejar atrás años difíciles. En lugar de tratar de enseñarles a escribir nuestro nombre, deberíamos enfocarnos en darles a conocer la calidad de nuestra gente, en proyectar la vida y obra de tantos compatriotas que se destacan en todas las áreas del conocimiento humano, en la cultura y en el entretenimiento. Con ó o con ú, Colombia sigue produciendo, entre otras muchas cosas, su café de excelente calidad, sus esmeraldas admiradas en todos los rincones del planeta y una interminable gama de deliciosas frutas tropicales. Si quieran enterarse de nuestras maravillas, invítalos a que vean el documental Magia Salvaje -Wild Magic-, producido por la cadena de tiendas Éxito, y que ya está disponible en la plataforma de Netflix.
Soy irrenunciablemente colombiano, pero amo entrañablemente este país que muy generosamente me abrió sus puertas y que, siendo el país de mis hijas, también es el mío. Aquí me llaman Yeimi, Yaime, James y a veces hasta Jaime. Cuando me hice ciudadano americano estuve tentado a acabar con toda esa confusión cambiándome el nombre. Pensé en ponerme Jimmy Flowers, pero me arrepentí a tiempo. Al fin y al cabo, siempre que lo hagan con cariño y respeto, me pueden llamar como mejor les parezca.

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